viernes. 03.05.2024

Seattle, la Ciudad Esmeralda, es conocida por su innovación en la música.

Pero a la sombra de la Aguja Espacial y del monte Rainier, los ingenieros de software trabajan en innovaciones en la atención de la salud, intentando ayudar a los pacientes a controlar sus dispositivos médicos implantados tan solo con el pensamiento.

“El control voluntario verdaderamente fortalece la autonomía del paciente, que puede asumir el control de la situación”, expresó Howard Chizeck, profesor de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Washington. “Hace que el dispositivo sea parte de ellos. El sistema no los controla; ellos controlan el sistema”

Durante años, los neurocirujanos han utilizado la estimulación cerebral profunda para tratar la enfermedad de Parkinson. Los electrodos implantados en el cerebro suministran una estimulación que controla algunos de los síntomas motrices de la enfermedad de Parkinson y del temblor esencial.

Pero esta solución no es perfecta. La estimulación constante significa que las baterías se desgastan más rápidamente en comparación con el uso de la estimulación solo cuando es necesaria, y pueden producirse efectos secundarios incluso con un tratamiento óptimo.

“Es así que puede afectar tu habla o tu equilibrio”, explicó el Dr. Andrew Ko, del Centro Médico de la Universidad de Washington.

“Si no se la necesita y se pueden evitar los efectos secundarios, el ajuste perfecto de la estimulación a las necesidades del paciente será, en principio, lo mejor para ellos”, afirmó.

Una tecnología experimental de Medtronic puede ser la clave para hacerlo realidad. No solo envía estimulación eléctrica al cerebro sino que, por primera vez, también puede registrar la actividad cerebral las 24 horas, todos los días.

“Es algo que revolucionará el panorama actual. De repente, podemos estudiar cómo las personas aprenden a utilizar los comandos de las señales del cerebro durante períodos mucho más prologados de lo que se hace actualmente”, dijo Jeffrey Herron, investigador de ingeniería eléctrica de la Universidad de Washington.  

 

La meta es analizar estos nuevos datos del cerebro y encontrar la disfunción eléctrica exacta que está causando el problema. Luego, brindar la posibilidad a los pacientes (a través del poder del pensamiento) de encender su estimulador implantado y aplicar estimulación suficiente como para interrumpir el temblor, y luego apagarlo.

“Eso lo cambia todo”, dijo el profesor Chizeck. “Porque las personas sabe cuándo necesitan más estimulación o cuando desean menos, debido a los efectos secundarios. Podrían hacerlo con una señal neural, con solo pensarlo”. Eventualmente, la conexión entre el paciente y la máquina podría convertirse en automática.

“Para mí, es casi como cuando mueves el brazo sin pensarlo”, dijo Herron. “Simplemente mueves tu brazo”.

Investigadores en casi otras 20 universidades también analizan datos provistos por los dispositivos. Uno de ellos trabaja en sensores portátiles que podrían activar la estimulación cerebral cuando detectan un temblor. Otros buscan patrones eléctricos que disparan otras enfermedades del cerebro, como epilepsia, OCD y distonía.

Sin duda, es un camino arduo y largo. Pero si los dispositivos médicos controlados por los propios pensamientos de una persona pudieran algún día tratar las enfermedades del cerebro, sería una innovación para los próximos siglos.