viernes. 03.05.2024

Esta es una historia acerca del potencial revolucionario y transformador. Y puede demostrarse con un foco de luz, en un abrir y cerrar de ojos.

Cuando Duane Bourget, investigador de Medtronic, cierra y abre sus ojos, su cerebro envía órdenes eléctricas específicas. Sus ojos reconocen esas órdenes y obedecen. Así también lo hace el dispositivo médico anexo, que en cambio controla un foco de luz. Se enciende cuando cierra los ojos; se apaga cuando los abre.

“Si pestañeo y la línea supera cierto umbral, hará que la luz se encienda”, dice Bourget.

Entonces, si podemos decodificar las órdenes eléctricas del cerebro, ¿qué pasaría si pudiéramos decodificar los trastornos? ¿Podríamos tratar, con dispositivos médicos, problemas relacionados con el cerebro como la depresión, el síndrome de Tourette o incluso la enfermedad de Alzheimer?

Ya sabemos que los electrodos implantados en el cerebro pueden aliviar los temblores de la enfermedad de Parkinson. Existe la posibilidad de que terapias similares también funcionen para otros trastornos del cerebro, si solo logramos descubrir la onda cerebral específica, de entre las miles de millones que existen, que los causan.

El mismo dispositivo que reconoció el pestañeo de Duane puede ser la clave. Cuando se la implante en el cerebro, esta tecnología podría no solo enviar electricidad, sino también, por primera vez, recibir y registrar las señales del cerebro del paciente.

 

“Es la primera vez que podemos ver adentro del cerebro que no conocemos mucho y explicar científicamente cómo funciona”, dice Scott Stanslaski de Medtronic.

“Esto es un hito”, explica Jeffrey Herron, investigador de la Universidad de Washington. Su equipo de ingenieros en Washington se encuentra entre los casi 20 equipos de investigación del mundo que están estudiando activamente todos estos nuevos datos sobre el cerebro. Están intentando encontrar la señal del cerebro que revela cierta enfermedad del cerebro y liberar esa palabra, “potencial”.

“El potencial para esta tecnología es tan grande que no puedo evitar sentir mucho entusiasmo cada vez que mi horario de trabajo llega a su fin”, dice Herron.

No se trata de ciencia ficción. Por ejemplo, en la actualidad se están desarrollando investigaciones que algún día podrían permitir a los pacientes controlar sus dispositivos médicos, con solo pensarlo.

Y también existen otros trabajos que buscan crear un dispositivo que algún día pueda detectar el inicio de una convulsión epiléptica, descargar electricidad a la zona correcta del cerebro y prevenir la convulsión antes de que ocurra.

“Potencialmente, las convulsiones epilépticas podrían desaparecer. Tal vez ocurran, pero sin manifestar síntomas”, explica Bourget.

Si todo esto suena inalcanzable, pues, no lo es.

“No se puede subestimar el aprendizaje,” dice Bourget. “No sabemos qué vamos a aprender. Eso es lo apasionante. Es esperanzador y apasionante, y tiene potencial”.

Después de todo, el próximo gran descubrimiento ya podría ser una realidad, en un abrir y cerrar de ojos.